“Política; Materia gris aun no identificada” (Abel Desestress)
Si las encuestas están en lo correcto y el candidato demócrata Barack Obama gana las elecciones de Estados Unidos, he aquí dos posibles escenarios de lo que podría ocurrir con su gobierno. Los invito a que decidan cuál de las dos proyecciones es la más probable.
La perspectiva optimista
La perspectiva optimista: Después de recibir un llamado de felicitación de su rival republicano John McCain en la madrugada del miércoles 5 de noviembre, Obama aparece en la televisión nacional rodeado de un equipo de superestrellas económicas y políticas. Con el billonario Warren Buffet, el ex director de la Reserva Federal Paul Volcker, los ex secretarios del Tesoro Bob Rubin y Larry Summers y el ex Secretario de Estado Colin Powell parados detrás de él, Obama pronuncia un discurso ultraconciliador.
Luciendo feliz pero sereno, Obama dice que su gobierno producirá ”un cambio real y duradero”, y anuncia que reclutará a republicanos prominentes porque “estamos enfrentando una monumental crisis económica que requerirá un supremo esfuerzo de unidad”.
Un nuevo viento de optimismo sopla de inmediato en el país, y en el mundo. La elección del primer Presidente negro de la historia de Estados Unidos es interpretada como una prueba de que el sueño americano aún sigue vivo. Los expertos estadounidenses en política predicen una luna de miel en las relaciones exteriores, señalando que a muchos paises islámicos o latinoamericanos les resultará muy difícil acusar a Obama de explotador imperialista del mundo en desarrollo.
A medida que transcurre la semana próxima, el optimismo crece cuando los periódicos informan que es probable que Obama designe al senador republicano Richard Lugar como Secretario de Estado, o a su colega –también republicano– Chuck Hagel como Secretario de Defensa.
Fuentes del equipo de transición de Obama señalan que si Obama elige a Hagel, es probable que designe al gobernador de Nuevo México y ex embajador ante la ONU, Bill Richardson, como Secretario de Estado, lo que lo convertiría en el primer hispano en ocupar ese puesto. En Latinoamérica, muchos funcionarios celebran la posibilidad de que Richardson, que habla fluidamente español y que se siente como en su casa en la región, sea el nuevo jefe de la diplomacia estadounidense.
Las señales que emite el equipo de Obama aumentan la confianza de los consumidores norteamericanos, que hacen más compras navideñas de lo esperado. El mercado de valores empieza a subir lentamente ante las expectativas de mayores beneficios corporativos. El país está esperanzado en que saldrá de la crisis económica y recuperará su deteriorada imagen en el exterior.
La perspectiva pesimista
La perspectiva pesimista: Obama gana por una diferencia aplastante el martes, y su partido demócrata obtiene una mayoría de 60 bancas a prueba de obstrucciones en el Senado, que le permitirá a los demócratas controlar a voluntad la agenda legislativa.
Aunque el discurso conciliador de Obama tranquiliza a los mercados, el mundo corporativo empieza a inquietarse cuando aparecen reportes de prensa según los cuales –a raíz de la crisis económica– la nueva administración se dispondría a aumentar los impuestos máximos más allá del 39.6 por ciento sugerido durante la campaña presidencial.
El nerviosismo de la comunidad empresarial empeora poco después, cuando ya se han escrutado todos los votos para el Congreso, y Nancy Pelosi, la demócrata que preside la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anuncia eufórica que la aplastante victoria de Obama equivale a “un mandato para poner en práctica la totalidad de agenda demócrata”.
Los empresarios están aterrados. Temen que el ala izquierda del Partido Demócrata tome las riendas del Gobierno, aprobando leyes que aumentan más de lo esperado los impuestos corporativos, una agenda antilibre comercio, y nuevas leyes que les darían enormes poderes a los grandes sindicatos.
Por primera vez en décadas, dicen los analistas de Wall Street, no hay un verdadero sistema de pesos y contrapesos en el Gobierno de Estados Unidos. El miedo generalizado a una agenda legislativa antiempresas y a un aumento potencialmente inflacionario del gasto público hace que la bolsa de valores sufra otra caída récord. Las compañías estadounidenses anuncian despidos en masa, el consumo cae dramáticamente, y la economía pasa de una recesión a una semidepresión.
La conclusión
Mi opinión: si Obama gana, gran parte de su éxito dependerá del margen por el que gana. Si es una victoria cómoda, pero no aplastante –digamos, si los demócratas obtienen en el Senado una mayoría de 56 bancas, pero no llegan a la todopoderosa mayoría de 60 bancas– es probable que se dé la perspectiva optimista. Si es una victoria aplastante con una mayoría demócrata absoluta en el Senado, habrá más posibilidades de que se dé la perspectiva pesimista.
Tal como se vio durante los gobiernos de Reagan y Clinton, entre otros, Estados Unidos tiende a funcionar mejor cuando su Presidente tiene un Congreso opositor, y hay un equilibrio de fuerzas en Washington D.C. El gobierno de Obama no sería una excepción a la regla.