
Ledezma inició el viernes una huelga de hambre por el acoso del presidente venezolano a la oposición
"OEA, aquí hay un golpe de Estado", dice la pancarta bajo la cual descansan ahora los huelguistas en la misma calle de la Embajada. Ledezma, mientras tanto, se encuentra en el primer piso de la sede diplomática, bajo el cuidado de un médico y de los representantes de la OEA, que le han pedido no dar declaraciones públicas mientras permanezca en el edificio. "¿Qué más me van a quitar? ¿Los pocos cabellos que me quedan en la cabeza? Estaré aquí hasta el último instante de vida que me quede, si la comunidad internacional y la OEA no reaccionan", ha sido el mensaje que ayer envió el alcalde a los medios por medio de su mujer, Mitzi Capriles. A fuerza de caramelos y bebidas hidratantes, su salud y la de sus compañeros es estable, dicen los bomberos.
Desde que fue elegido alcalde en los comicios regionales del 23 de noviembre de 2008, Antonio Ledezma ha sido despojado, paulatinamente y bajo decreto del Ejecutivo Nacional, de casi todo el poder que le otorgaba el cargo: los de control de hospitales, las escuelas, las líneas de transporte y el cuerpo policial que protege el área metropolitana. A un mes de su elección, su Palacio de Gobierno, en el centro de Caracas, también fue tomado por un grupo de organizaciones chavistas. Semanas más tarde, el presidente venezolano, Hugo Chávez, ordenó al Parlamento la creación del cargo de jefe de Gobierno de Caracas, que será nombrado por él mismo, y al que le ha sido transferida buena parte de los bienes y las atribuciones que correspondían al alcalde. Y en medio de esta pugna política, más de 15.000 trabajadores llevan más de un mes sin cobrar sus salarios, ya que el Gobierno central se niega, además, a transferir a la alcaldía el dinero necesario para pagarles.
Por eso, porque no ha cobrado ni un centavo desde el 31 de mayo, Luis Lucena -vigilante de la alcaldía, divorciado con dos hijos- decidió el viernes acompañar al alcalde en su huelga, sin nisiquiera avisar antes a su familia. "Fue una decisión propia. Ledezma es la máxima autoridad de la ciudad y decidimos apoyarlo. Muchos de nuestros familiares ni siquiera sabían que habíamos tomado esta decisión", dice Luis.
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